Si ya sé, suena muy cursi. Pero ahora te explico en qué consiste.
Todos los tipos de meditación que estoy presentando tienen como objetivo cultivar la consciencia de la experiencia presente con aceptación.
Como ya he mencionado, nuestra mente tiende a juzgar sin parar, casi cualquier cosa entre en contacto con nosotros, externamente e internamente.
La meditación de la bondad amorosa refuerza la intención de desarrollar una actitud de aceptación y de compasión, ya sea para con nosotros, que para con los demás.
Permite a las personas de experimentar la fuerza de los sentimientos como la bondad, la generosidad, el perdón y el amor, en una mente calma y concentrada.
Nos ayuda a cultivar emociones positivas y dejar atrás viejos rencores.
Este tipo de meditación prevé que un pensamiento, una frase amorosa y de buenos deseos venga repetida dentro de nosotros, primero hacia nosotros mismos, y luego hacia personas a las cuales queremos, hasta extenderla a personas hacia las cuales sintamos rencor u otra emoción negativa.
Podemos utilizar las palabras que se adapten mejor a nosotros y si la practicamos con constancia, nos ayudará a a ser más generosos y gentiles con nosotros mismos y con los demás, además de percibir a todos los seres vivientes como merecedores de compasión.
Gracias a la práctica, cuando surjan conflictos, nuestra mente logrará ver con lucidez la situación que estemos viviendo, sin bloquearnos detrás de sentimientos egoístas que son, por su misma naturaleza, auto-destructivos.
Recuerda que lo más importante de esto no es el recitar y repetir como un perico una frase, sino nuestra presencia, nuestra dedicación y buena voluntad intencionada a ella.
Considera que al inicio podrá ser difícil dedicar bondad y amor a quien se ha portado mal con nosotros, así que si no te sientes listo para hacerlo, respeta tus límites y sigue practicando hasta que puedas integrar también esta parte y extiendas esa generosidad también a quien, seguramente por ignorancia, te ha lastimado.
AHORA MANOS A LA OBRA…
INSTRUCCIONES:
Tómate al menos 10 minutos para esta meditación, en un lugar tranquilo, sin distracciones y comienza cerrando tus ojos y dedicando un par de minutos a concentrarte en tu respiración, inhalando y exhalando con presencia en cada respiración.
Siente como tu pecho y tu abdomen se inflan y se desinflan a cada respiración, la sensación de frescura del aire que entra y sale de tu nariz, y concéntrate en uno de estos puntos hasta que notes tu mente más tranquila.
Ahora trata de evocar con consciencia sentimientos de amor hacia ti mismo. Puedes decirte internamente frases como: “Que yo pueda ser feliz, en paz, libre del odio y de la ira”, “Pueda yo estar lleno de comprensión y ternura hacia mi mismo”, “Que yo pueda aprender a dejar ir, a ser indulgente”, “Me amo tal como soy”…
Repite estas frases de amor y compasión en plena consciencia y presencia, momento a momento. Si notas que tu mente se distrae, con gentileza y paciencia recondúcela a las frases amorosas.
Cuando te sientas listo, imagina a una persona querida, mírala interiormente o trata de sentirla presente dentro de ti. Ahora dirígete a esa persona querida, en tu interior, y dedícale palabras de amor y compasión como: “Que puedas ser feliz y puedas sentir amor y felicidad”, “Que puedas vivir bien y en paz”…
Concédete todo el tiempo que necesites. Haz una pausa entre una frase y la otra, “escuchando” con atención las reacciones que surjan, pensamientos, sensaciones físicas, sentimientos o impulsos. Hazlo siempre con bondad y sin juzgar.
Cuando estés listo, sigue moviendo ahora tu atención a otras personas queridas, como tus padres, tus amigos, tus hijos, y sigue repitiendo las frases con presencia y sintiendo cada palabra.
Cada vez que tu mente se distraiga, recuerda de ser paciente contigo mismo y gentilmente llévala de nuevo a concentrarse en las frases de amor.
Luego pasa a imaginar a una persona con la cual tengas una relación difícil, o por la cual sientas emociones negativas y ahora trata de cultivar, intencionalmente, sentimientos de compasión, bondad y generosidad hacia esa persona. Abandona tu resentimiento, tu rencor, tu antipatía hacia ella. Obsérvala como un ser completo, que siente dolor, ansiedad, que sufre y que merece también ella amor y ternura.
Si esa persona te ha causado dolor, busca deliberadamente de perdonarla en tu corazón, suelta el coraje, el resentimiento y tu apego a tener la razón, a sentirte justificado por no quererla. Puedes hacer esto con una persona viva o con alguien que ya se ha ido de esta vida.
Dirígele palabras amorosas como las mencionadas anteriormente, pero hazlo de corazón, tratando de observar tus sensaciones, y si te incomoda demasiado respeta tus limites y pasa a la fase siguiente.
Ahora piensa en expandir ese amor y esa gentileza hacia los demás, tal vez a grupos de personas menos afortunadas que nosotros y que puedan necesitar de energía positiva.
Finalmente dirígete a todos los seres vivientes y al planeta Tierra, imaginando que puedas abrazar al mundo entero. “Puedan ser felices”, “Que sus corazones vibren de amor y dicha”…
Cuando estés listo, termina tu meditación con un par de minutos dedicados exclusivamente a tu respiración y a tu cuerpo, observa los sentimientos de calor, generosidad y amor hacia todos y las sensaciones físicas que éstos provoquen y abre lentamente tus ojos.
Trata de practicar esta meditación lo más posible, sobre todo si vives situaciones conflictivas o sientes rencor o resentimiento hacia alguien. Perdonando, y pidiendo perdón, nuestro corazón puede sentir una profunda sensación de liberación de todas las emociones negativas que lo han hecho sentir tan pesado por mucho tiempo. Esto representa para nosotros un profundo proceso de purificación y de aceptación de las cosas como son, así como un desapego a sentimientos y heridas del pasado.
Por Selene Guglielmi
Un comentario en “Meditación de la bondad amorosa”