Esto no es mío, reblogueo a “Ambigu del Yoga” que nos comparte textos maravillosos llenos de sabiduría como en esta ocasión. Los invito a leerlo todo y a reflexionar.
Recordemos que hay que ser ese cambio que queremos ver en el mundo.
Con cariño,
Selene
Para poner fin a la guerra externa, debéis empezar por poner fin a la guerra en vosotros mismos. Algunos de vosotros moverán la cabeza y dirán «estoy de acuerdo», y saldrán y harán exactamente lo mismo que han estado haciendo durante los últimos diez o veinte años. Vuestra conformidad es puramente verbal y carece de significación, pues las miserias y las guerras del mundo no van a ser detenidas por vuestro fortuito asentimiento. Sólo serán detenidas cuando os deis cuenta del peligro, cuando percibáis vuestra responsabilidad, cuando no dejéis eso en manos de otros. Si os dais cuenta del sufrimiento, si veis la urgencia de la acción inmediata y no la aplazáis, entonces os transformaréis; y la paz vendrá tan sólo cuando vosotros mismos seáis pacíficos, cuando vosotros mismos estéis en paz con vuestro prójimo. Jiddu Krishnamurti
Mal que produce bien
Dijo un día el Maestro: “No estaréis preparados para combatir el mal mientras no seáis capaces de ver el bien que produce”.
Aquello supuso para los discípulos una enorme confusión que el Maestro no intentó siquiera disipar.
Al día siguiente les enseñó una oración que había aparecido garabateada en un trozo de papel de estraza hallado en el campo de concentración de Ravensburg:
“Acuérdate, Señor, no sólo
de los hombres y mujeres de buena voluntad,
sino también de los de mala voluntad.
No recuerdes tan sólo el sufrimiento
que nos han causado;
recuerda también los frutos
que hemos dado gracias a ese sufrimiento:
la camaradería, la lealtad,
la humildad, el valor,
la generosidad y la grandeza de ánimo
que todo ello ha conseguido inspirar.
Y cuando los llames a juicio,
haz que todos esos frutos que hemos dado
sirvan para su recompensa y su perdón”.
Anthony de Mello. “Un minuto para el absurdo”. Sal Terrae