Según Wright, Watson y Bell (1996), las creencias influyen en lo que vemos o no y lo que hacemos con nuestras percepciones, constituyendo la esencia de nuestra identidad y de nuestro modo de comprender las cosas, y de esta manera darle sentido a nuestra experiencia.
Existen 4 principales funciones psicológicas de las creencias:
- Emocionales: ya que nos permiten manejar emociones como miedo, enojo, sorpresa…
- Cognitivas: dan estructura en la capacidad de conocimiento, lo cual proporciona la sensación de control sobre la vida.
- Morales: hacen posible la regulación de la distribución de la responsabilidad moral entre la persona y el grupo social.
- De grupo: dan un sentido de pertenencia e identidad común
¿Pero qué son las creencias LIMITANTES?
Son aquellas creencias que nos bloquean en nuestro desarrollo personal y social y nos impiden lograr nuestros objetivos.
De acuerdo al Postgrado en Coaching Ejecutivo y Programación Neurolingüística de la Universidad de Alcalá, existen tres tipos principales de creencias limitantes:
- De capacidad: cuando la persona se cuestiona su propia capacidad para salir adelante de situaciones desafiantes o resolver problemas.
- De posibilidad: cuando la persona duda de poder conseguir o hacer algo que desea.
- De merecimiento: la persona se cuestiona si es lo suficientemente buena para lograr algo.
Entonces, algunos ejemplos de estas creencias son: “no soy inteligente”, “no puedo con eso”, “¿será posible?, ” ¿seré capaz?, “Conseguir un trabajo estable hoy en día es muy complicado”, etc.
Por el otro lado, existen también, creencias POTENCIADORAS, que al contrario, nos permiten avanzar hacia la realización de nuestros objetivos y ayudan al progreso de la persona.
Las creencias potenciadoras pueden comprenderse como aquellas que nos reafirman y nos permiten sentirnos valorados como individuos. Al mismo tiempo, favorecen una mejor manifestación de la persona tanto para sí misma como en su relación con los demás (Walsh, 2012).
De seguro no nos beneficia para nada el estar llenos de creencias limitantes, que han crecido junto con nosotros, y que hemos adoptado en nuestras vidas como si fueran verdades absolutas… y no lo son!
💬¿Entonces cómo modificarlas?
El primer paso es reconocerlas, identificarlas.
Para ello resulta fundamental detectar frases que empiecen por: creo que, me temo que, confío en que, tengo fe en que, etc. Hay que prestar especial atención a aquellas ideas que se presentan como generalizaciones, como por ejemplo, “todo me sale mal” o “todas las personas son así”.
Y por último, también hay que tener en cuenta las afirmaciones del tipo: Soy + “adjetivo”, como puede ser: “soy muy torpe”, “soy demasiado autoexigente”, “soy un tonto”. Lo que resulta fundamental de este proceso es comprender cómo se han llegado a construir esos pensamientos limitantes.
Después de haberlas identificado, hay que desafiarlas de manera continua y constante.
El primer paso, consiste en tomar consciencia de los resultados obtenidos de esa creencia limitante para analizar sus consecuencias, es decir, qué es lo que se pierde o se gana con esa creencia. El segundo paso consiste en comprender su función positiva, esto significa, ver qué hay de bueno en mantener ese pensamiento. Las creencias limitantes pueden haber permitido gozar de algún beneficio en algún momento de nuestra vida y por eso las sostenemos. El tercer paso es elegir una creencia potenciadora para reemplazarla por la creencia limitante, como su versión opuesta convertida en una idea que posibilita.
La última etapa del cambio de creencias consiste en sustituir la antigua creencia por la nueva y practicarla. Solamente la práctica y la repetición permiten lograr el desarrollo de conexiones neuronales suficientes para que el nuevo pensamiento logre asentarse y se vuelva una cosa automática en nosotros.
REFERENCIAS:
“Beliefs and families”, Wright, Watson y Bell (1996)
Postgrado en Coaching Ejecutivo y Programación Neurolingüística de la Universidad de Alcalá
Real Academia