En nuestras vidas ajetreadas, en donde corremos frenéticamente de un lado a otro, haciendo mil actividades diferentes en un día, sucede frecuentemente que hagamos las cosas en piloto automático. No estamos presentes en lo que estamos haciendo, tenemos la mente llena de ideas, pensamientos orientados hacia el pasado o el futuro, pensamos en lo que haremos enseguida y no nos “saboreamos” el momento presente.
Esto aplica para cualquier actividad que realizamos a lo largo de nuestra jornada y al comer, solemos hacer lo mismo. ¿Cuántas veces no te ha pasado que comes en menos de 15 minutos entre un e-mail y otra llamada de trabajo? – ¿Cuántas veces terminas de comer sin darte cuenta (y por lo tanto sin haber saboreado tu comida)?
Ya nos hemos acostumbrado a comer en frente de la tele, del celular o de la computadora, concentrados en otra cosa y no en lo que estamos comiendo, y lo que nos tomó 40 minutos cocinar, lo ingerimos en 5 minutos sin haberlo apreciado mínimamente. Y de esta manera, no me sorprende que a muchos no les guste cocinar, se desesperen y crean que es una pérdida de tiempo invertir en probar y experimentar nuevas recetas un poco más elaboradas, no le encuentran “chiste” ni a cocinar y muchas veces tampoco a comer en sí. Al fin y al cabo, con este modo de ver las cosas tienen mucha razón; pero recordemos que comer no es sólo cuestión de sobrevivencia.
El siguiente ejercicio es un perfecto inicio a la práctica de mindfulness, orientado a una de las actividades primordiales y esenciales del ser humano: comer. Recordemos que comer puede ser una experiencia sensorial completa, pasando por todos y cada unos de los 5 sentidos que poseemos, así que te invito a hacer lo siguiente:
Date al menos 10 minutos de tiempo para ti, en silencio y tranquilidad, sin distracciones. Toma entre tus manos una pasita y comienza por observarla atentamente: observa su color, su forma, moviéndola entre tus dedos mira cómo se ve diferente desde cada lado, sus diferentes matices… Ahora apriétala un poco, siente su consistencia, cómo en algunos puntos es más dura y en otros más blanda, observa las sensaciones que te provoca moverla entre tus dedos…
Acércala ahora a tu nariz y huélela, ¿qué sensaciones te da este olor?, ¿te trae algunos recuerdos tal vez? Después de unos instantes ponla en tu boca, inicia a sentir su sabor y consistencia en la lengua, ¿Cómo sabe?, muévela en la boca y siente su consistencia que va cambiando gracias a tu saliva, saboréala lentamente y con curiosidad como si fuera la primera pasa que comieras en tu vida. Cuando sientas que ha llegado el momento, cómetela.
Estoy segura de que al inicio te pareció bastante raro, tal vez hasta te sentiste un poco incómodo, pero si te diste la oportunidad de experimentar este ejercicio por completo, al final apreciaste el momento, te diste cuenta de algunos detalles de los que nunca te habías dado cuenta y lo más importante: espero hayas reflexionado sobre la importancia de darte tu tiempo para alimentarte correctamente, desde elegir qué comer, su preparación y el momento en que ingieras tu comida, saboreando cada trozo de ella y masticando lentamente, que además te ayudará a hacer más consciente qué comes y cuánto, lo cual es muy útil para la correcta digestión y hasta para la pérdida de peso.
Así que ya no hay excusas, tienes todas las razones del mundo para cambiar tu enfoque y mejorar tu alimentación a 360 grados.
Me encantaría saber qué te pareció este ejercicio, así que por favor déjame un comentario y comparte lo que aprendiste con tus seres queridos. GRACIAS!
Un comentario en “Ejercicio de la pasa”